El mar es un pozo
cuya evaporación destroza
las fosas nasales
haciéndonos llorar lágrimas
de ele ese de.
A cada paso
se añade
una nueva enfermedad
a la configuración individual
de cada ser,
y el camino se hace largo
entre lepras y troyanos.
El camino es una sucesión
de metamorfosis y caídas,
de adicciones a la luz artificial,
tan fuertes
como las de yonkis de alcohol
o de pastillas.
Y el camino
parece no tener final
y nadie recuerda ya el principio
ni cómo era su imagen o ideología
24 horas antes.
El camino es un reseteado continuo
entre lepras y troyanos,
largo camino largo.
Y cada vez más delgados
y cada vez más pantallas.
El camino es digital
y la enfermedad;
siempre fuimos las personas.