La Charca Literaria

Fundamentalmente te escribo para comentarte, una vez más, la diferencia (¡abismal!) entre lo que una espera del mundo y lo que el mundo le ofrece.

Apreciado Manolo: Confieso que anteayer no pude resistirme y me colé en la trastienda del bar para  robarte.

Quizá si me lees en tu Facebook tomes conciencia de que todavía existo.

Eso de vaciarme la billetera mientras yo andaba gozando con Manolín en la trastienda, ¡eso no os lo perdono!

Tras errar por varias editoriales, finalmente he conseguido que La Charca Literaria se avenga a publicar la correspondencia de doña Mercedes. Es buena masa para su pastel fangoso.

Yo no tenía ni idea de cuántos dientes teníamos hasta que me puse a contarlos y los conté, tocándolos con el dedo, despacito, de uno en uno. Primero los de un lado (por arriba y por abajo) y luego los del otro (por abajo y por arriba).

Queridísimos Reyes Magos: espero que -a diferencia del mismísimo Dios- me concedáis alguna de mis peticiones, sea en el plano personal o profesional, o ambos.

Así son nuestras cojitas: tiernas y abiertas al arrumaco, como pastelitos de crema.

Abofeteada y en el suelo, perdí el oremus. Fueron unos segundos; tiempo suficiente para que aparecieras tú y me robaras el anillo.